"Sabes que me he enamorado de ti, sabes que te he dado todo, que me he entregado de la mejor manera a tus manos, que he dejado que me tomases, que hicieses de mi lo que te placiera. Así que sólo necesito tiempo para recoger mis cosas, he irme para siempre de ti, necesito un poco de espacio para guardar dentro de este corazón, todo lo que te he dado. Espera sólo un poco, y juro, no volverte a molestar."
El día de hoy, me he enamorado de la belleza que trae consigo el escribir frases de una conversación cualquiera, en una obra de literatura verdaderamente romántica, con algún chico, con una amiga, con un amigo. Fascinante.
El día de hoy he ido a ver las pinturas del que ahora considero oficialmente mi pintor favorito: Santiago Carbonell, y me he entregado completamente a la pasión de su sensualidad, a la belleza de la sangre, al desencanto de la tristeza, y es cierto que así se titula la obra: de la belleza al desencanto, ¿pero qué desencanto?, esos 20 minutos dentro de la sala, platicando con mi estupenda compañera, adentrándonos en cada detalle, han sido magnificentes.
Sentir llover, caminar. Hablar de ti mi gran amor, hablar de ti pequeño amor, pasar junto a tu casa, recordar que ya no eres nada, (no sentirme tan triste), olvidar, recordar de nuevo, escucharla a ella recordar a su gran amor, pensar, pensar tanto. Palabras, el aire se inundaba de aire y de palabras, de lluvia atolondrada, de místicas memorias, de hombres, siempre de hombres. De ustedes tan importantes, tan llenos de nosotras, tan vacíos de reconocimiento; les nombramos, les reímos, les ofrecemos una cara de soledad. Mírenos, mírenos a nosotras y a nuestras palabras, al alma que se guarda dentro de ellas, de nuestra estúpida razón, de lo inteligente que es nuestro cerebro al amarlos, de lo ciego, de lo loco.
No estamos tan disparatadas, sólo hemos ampliado nuestra piel a la suya, necesitamos despegarnos.
Oh, "...necesitamos despegarnos" y suspiro.
ResponderEliminarEsos hombres que ya sea con buenas memorias o de mala gana se siguen robando nuestras palabras, todas ellas dirigidas a ellos. Y esa lluvia atolondrada bien me hizo junto con tu compañía.
Sabes que me gusta cómo escribes, de alguna manera aunque no soy tan parecida a ti no me es difícil hallarme contigo.
Fue un placer recorrer esa exposición, gracias por invitarme.
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