Thiis iis më

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Indestructiblemente, rota.

lunes, 21 de enero de 2013

El hombre

"Nunca supe a quién amaba, ni por quién miraban mis ojos. Entonces apareciste y seguí sin saber, pero ya no quería saber, sólo quería sentirte."

El hombre, vespertino perdido en su sombra buscando el sol, el hombre callado y pensativo, dudoso, camina con cautela por el agua, flota y cree que puede dar paso en falso y caer, ahogarse, morir.
El hombre no sabe qué es la muerte, mas le teme.
No sabe que es el amor y entonces juega a practicarlo.
El hombre en llamas, fuego y humo negro, cigarro exhalado, cáncer, el hombre y su manera de enfermar en silencio, dormir tras de su fuerza.
El hombre que compra flores siendo alérgico a ellas, el hombre espinado, rojo, caliente, viste de pavo real y llueve en ojos de mar, salpica al viento de su arena del desierto.
El hombre es todos los elementos: la tierra de sus zapatos, el aire que le da vida, el fuego que le calienta, menos el agua, menos el líquido, el agua suele ser aquella mujer que fluye entre sus brazos, pero sí el gas evaporado, la plasma desequilibrada y el hielo; la dureza de su mirada.
Es el frío y las hojas que crujen en el otoño.
Sabe escalar montañas, pero se atasca en los corazones.
El hombre tajante de sí y de no, con excepción de una escala de grises para todas las mujeres.
El hombre, estúpido, astuto e inteligente, el hombre artista y de colores, el hombre de los blancos y los negros, el hombre racional, el hombre sentimental.
Habla idiomas diferentes y lenguas extrañas. Corre hacia distintos lados, camina en direcciones opuestas, pero sabe a dónde va.
La piel del hombre, los ojos del hombre, las manos, el pecho, las caderas, las nalgas, el miembro del hombre, los hombros del hombre.
La perfección, y lo exquisitamente imperfecto.

miércoles, 16 de enero de 2013

Dejo esto aquí, porque es mío

Ni el llanto, ni la corrosión que crea la agonía,
ni el misterio que era tu mirada,
ni la melancolía de tus pestañas gimiendo cuando son arrancadas de ti por el viento,
ni tus palabras rotas,
ni mis piernas siguiéndote.
No te pedirán que vuelvas,
sólo te besarán si quieren.

Ahora, puede besar a la novia

"Prometo amarte y respetarte todos los días de mi vida."

Es él. Es él he dicho un mil veces, él, él, él. Sonriendo, malhumorada, seria, juguetona, sensual, lo he dicho; es él.
Y los "te amos" parecen no ser suficientes, desbordan el alma, desbordan el ser como él dice.
Tocarnos de pronto se vuelve una necesidad, un grito de auxilio, de desesperación. Tomar de sus manos, mordérle el cuello, dejar que me lo muerda a mí, comerse esa lengua exquisita, degustar sus palabras en su voz, en mi oído, llover, buscar, encontrar, brincar, saborear, reír, amar, besar, fugar [...] todos los verbos, con él.

"Las palabras nunca alcanzan, cuando lo que hay que decir desborda el alma." (Cortázar)
 
 
 
-Cásate conmigo-
-Acepto, pero ya en serio. Parece algo inminente en este momento. Te amo tanto Samantha-
-Es en serio. Te tendría todos los días de mi vida sin dudarlo-
-Y yo a ti. Sería hermoso despertar contigo cada mañana.-
-Y dormir contigo cada noche...-
 
 
Te amo, no hay más.


lunes, 14 de enero de 2013

Tu voz

"Te escribiría el sexo todos los días, tu sexo y el mío. Te inventaría el amor en los papeles blancos y vacíos. Te robaría los suspiros para hacerlos parte de una canción. Tomaría de tu piel para hacerle lienzo y pintar sobre ella todos mis besos. El arte se ha encarnado en ti y lo último que me queda es practicarte. Así cariño, así te amo yo."

Dentro de las ondas que inundan el espacio del aire que respiro, reconozco tu voz, esa voz firme, rústica y sensual, aquella voz que cada mañana me descuelga las sonrisas más bonitas que guardo en mi closet para que tú las veas y te enamores más de mí, aquella voz que me desnuda el alma y la vergüenza, me pinta las mejillas, me recorre por la sangre hasta dar con mi imaginación.
Tu voz, mi música preferida, las mejores notas de tu piano, mi mejor canción de cuna.