Thiis iis më

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Indestructiblemente, rota.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Desnuda

"Desnuda e idiota, el alma vuela junto a la levedad mirando hacia el horizonte, como si pudiese hallar ahí la respuesta, como si pudiese huir de sus peores temores. Pero no, nada le ayudará, nada le hará poder esconderse, será juzgada y aniquilada, después será olvidada, y no reparará, nunca se escabullirá, de la muerte."

Al primer suspiro de la mañana te encuentro, asfixiada por tu fragancia recuerdo la noche de ayer, y emocionada abró los ojos, intentó abrazarte, pero te has ido. Quien me lo recuerda es el engaño del alcohol, de esa droga. Llega hasta cierto punto en el que no entiendo y no logró decifrar si el que se fue has sido tú o he sido yo.
Adormecida y desepcionada vuelvo a la almohada, miro al techo y susurró nuestra canción. Me gustaría verte desnuda. Y el tic tac de es maldito viejo reloj me recuerda cuan tarde es.

No se exactamente a donde voy, pero se que debo llegar. Me encantaría que te quedarás a mi lado.

Escuchame espectro, escúchame!, si me has dejado ir porque me apresas a tus cadenas de recuerdo, porque me torturas? porque me engañas? Te ves tan hermosa.

Ha pasado el día, no he probado bocado, quizá mañana, me repito, quizá mañana.

Duerme bella, que yo,cuidaré de ti, desde aquí.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Calamidad

"Vacios los ojos de tus segundos malhumorados, disturbios de marejadas que sucumben mi placentera tierra de paz, insolito es el momento en que te encuentro, y despierto llena en sudor y pacífica en mi calamidad."

Nada es tan perfecto como enamorarse, soñar aun sin estar dormido y sentir que nada en este mundo importa mas que él/ella.
Pero nada es más tedioso y lleno de fastidio, que los enojos y peleas que trae consigo el tiempo de este amor.
Yo amo segura y sensata, pero temblorosamente.
Pues el miedo a la obseción de perderlo me ahoga, asfixia esos momentos de calamidad. Dejar ir a alguien que praticamente no te corresponde, y ni siquiera es tuyo, es la tortura más perpetua de un corazón.

Quién cuando ama, no sufre, es porque no ama con pasión ni entrega, y quien sufre demasiado cuando ama, estará por siempre atado a una perpetua condena.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Buenos días

"Invitame un trago de alegría y te daré mi corazón."

Estos han sido unos buenos días, no perfectos, pero buenos.
Intensos y debatibles.

Buenos días de suspiros y besos al por mayor.

Muy muy buenos días.

domingo, 29 de agosto de 2010

Apagada

"Tan despacito, no intentes engañarme, las sombras te delatan y el ruido también, tan despacito no podrás obtenerme, ni seducirme, no caeré a tus pies, tan despacito, con tu latido, no sabrás en que momento desaparecí."

Domingo, vacío.
Con cólicos, sin pila en el maldito celular, sin dinero, sin agua, aburrida.
Esperando que la manecilla del reloj este lo suficiente arriba como para quedarme dormida y que ya sea mañana.
A la escuela, a la vida diaria, pasar del blanco al negro solo en dos segundos aunque pasen mas de 8 horas.

Apagada.

jueves, 26 de agosto de 2010

Cuento para clase de literatura

"Debíste haber sido tú y no el viento
Debió de haber sido fuego y no intento
Debíste de haber sido tú, sin mi yo, y mi encuentro."

La noche era oscura, y afuera llovía a tempestades como suele suceder en las noches de verano. Y ella, acurrucada en el rincón de su alcoba, cubierta de sueños rotos y esperanzas vacías, sollozaba, al compás de la lluvia.

-Tal vez deberías marcharte, borrar mi número y no volver

-Tal vez no debería hacerlo- contestó él- tal vez realmente no quieres que yo lo haga

-No vuelvas todo más difícil Rod, mi mundo ya está lo suficiente roto para sostenerte y aguantar a los dos, por favor, solo vete.

Rod la miró desconcertado, quizo abrazarla, pensó en besarla al menos por última vez, pero solo se alejó al marchar de las manecillas del reloj, y cerró la puerta trás él, dejando así a un alma desahuciada, y un beso sin final.

"Y te miré, pensé en correr y alcanzarte, pero mis pies seguían estancados en esta arena movediza del miedo. Sólo pude caer de rodillas y gritar, suplicar en mi mente que me escucharas, y ver como gota a gota se deshacía la última pizca de esperanza que me quedaba, y de la fe en mi."

Abrió la puerta de su apartamento, y aventó las llaves al sillón más cercano, tiró la chaqueta y se dejó caer en el viejo reclinatorio. Allí tomó pluma y papel, y comenzó a escribir:

"Yo Rodney Frederick Ineto, confieso haber cometido el asesinato del comisario Frank, sin ningún cómplice, ni testigo de mis planes, la razón de la decisión que hube tomado, es el simple odio que ardía dentro de mi ser hacia él y ninguna más. Suplico no se tomen más cartas en el asunto y se deje por la paz.
Hombre por hombre, sangre por sangre."

Una lágrima logró escaparse del gran esfuerzo de Rod por no llorar y se estrelló justo al pie de la página donde yacía su firma. Dejó caer la pluma al lado suyo y sólo por un momento, esperó.
Caminó rumbo a la cocina y tomó una copa de vino tinto, se acercó al bar y virtió un poco de éste en la copa, volvió a la cocina y tomó la manija de la gabeta, con manos temblorosas la abrió y sacó un pequeño recipiente que contenia un misterioso polvo blanco.

Al amanecer, Diana se encontró asi misma en el espejo que reposaba en la otra esquina de su recamara, intentó olvidar la noche anterior, pero no pudo, apenas daba un paso y rompía al llanto de nuevo. La culpa y el sufrimiento acabarían matándola de soledad.
Salió a respirar un poco del aire fresco que le ofrecía el jardín, para luego regresar a lo que se convertiría en su eterno martirio. Pero fue en ese preciso instante en que el chillante sonido del timbre retumbó en sus oidos, y salió a toda prisa con la ilusión de encontrar a Rod parado allí afuera.
Al abrir la puerta, sus ojos se volvieron como los de un gato, su piel se erizó, y sus labios se secarón, quedó paralizada, sin siquiera poder respirar.

-¿Está usted bien señorita Shiam?- preguntó desubicado el Coronel Dimas

Diana siguió sin responder.

-Señorita Shiam, si así se puso usted al verme, no me imagino con la noticia que le traigo

-¿Qué noticia?- pudo responder apenas tartamudeando

-Primero debería tranquilizarse y entrar de nuevo en sus cinco sentidos

-¡Qué noticia trae! ¡Dígamela ahora!

-Está bien madame, pero no se altere- contestó un poco asustado el coronel

-He venido a informarle que ayer a las 2 am recibimos una llamada espeluznante al cuartel, de un hombre que dijo haber estado a punto de cometer un homicidio, hacia él mismo.

-¿¡Se suicidó!?- comentó completamente agitada la señorita Shiam

-Lamentablemente sí, lo siento mucho

-¿Y dejó al menos una nota suicida? ¿Me nombraba a mi?- respondió Diana aún más agitada e hiperventilada que antes.

-Si, ha dejado una nota, pero no la nombra a usted

-¡Y que dice!

-Se declara culpable del asesinato del comisario Frank

Diana comenzó a perder el conocimiento, su visión era cada segundo más borrosa, se dejó ir a un lugar que ni siquiera conocía, y flotaba, sólo flotaba, desvanecida y extinta, casi muerta pensó ella, casi muerta como él.

"No fue él, no fue él, fui yo..."
Despertó amarrada, en un cuarto más oscuro que el de anoche, recordó el momento en el que sonó un disparo, y recordo la sangre que corría, pero también recordó porque lo había hecho, y que en verdad había valido la pena.
Unos hombres vestidos de blanco, la tomaron por la fuerza, mientras ella gritaba hasta desgarrar su garganta:

"Él se lo merecía, ese hombre abusó de mi toda mi infacia, ese maldito hombre y nadie le dijo nada, ese hombre me desvestía con las manos y la mirada, me forzaba, ¡ese maldito, desgraciado hombre!, y nadie le dió su merecido sólo yo."

La tía de Diana, Gabriela, la observaba sollozando, no sabía que le dolía más: si la muerte de su esposo o descubrir las horribles perverciones que practicaba con su sobrina. Dio la vuelta, firmó unos papeles, y se marchó.

Fueron muchas noches en el Sanatorio de San Louis, demasiadas, muchos rincones, gritos y soledad, pero hubo un día, en que la tierra y el cielo se juntaron, y fue ese día, en el que la noche, dejó de llover.

lunes, 23 de agosto de 2010

Invadida

"La dulzura de tus besos se amarga con cada adiós enveneado, que sale de esos labios rojos, desgarrados de beber, y no eres tú quien debería insitarme a estás cosas, ni yo la que sufra por ellas, debíste haberme dicho, que yo, no era Martha."

Un ente del pasado me persigue, la historia de un amor, que ni siquiera era mío, y ni siquiera sé, si en verdad era amor.
Agobiada por todos los viernes por la noche, hace ya 8 meses y aun siento que llevo 3, preguntas, preguntas, que cómo está ella una vez más.
Casi no recuerdo el día en que se fue, ni la hora, ni el mes, no dijo adiós hasta que se me ocurrió llamarle para preguntarle a que se debía el desorden de su closet y del tocador, y a que practicamente ya no había nada. Papá no se sorprendió de la noticia, parecía que ya lo anticipaba, después de tantas promesas de su partida, por fin y para siempre (hasta ahora) se fue mamá.
Y yo quedó en este purgatorio de almas indestructibles, que por más hondo y fuerte que caígan no moríran, sólo esperan a que algún milagro suceda, para que las libere de esta cárcel sin sentido.

Invadida de sentimientos contiguos, que ni siquiera puedo decifrarlos y sacarlos de mi ser, extraviada en alguna fecha de mi infancia que pateticamente, no recuerdo.
Sonriente, infeliz.
Perdida.