"La dulzura de tus besos se amarga con cada adiós enveneado, que sale de esos labios rojos, desgarrados de beber, y no eres tú quien debería insitarme a estás cosas, ni yo la que sufra por ellas, debíste haberme dicho, que yo, no era Martha."
Un ente del pasado me persigue, la historia de un amor, que ni siquiera era mío, y ni siquiera sé, si en verdad era amor.
Agobiada por todos los viernes por la noche, hace ya 8 meses y aun siento que llevo 3, preguntas, preguntas, que cómo está ella una vez más.
Casi no recuerdo el día en que se fue, ni la hora, ni el mes, no dijo adiós hasta que se me ocurrió llamarle para preguntarle a que se debía el desorden de su closet y del tocador, y a que practicamente ya no había nada. Papá no se sorprendió de la noticia, parecía que ya lo anticipaba, después de tantas promesas de su partida, por fin y para siempre (hasta ahora) se fue mamá.
Y yo quedó en este purgatorio de almas indestructibles, que por más hondo y fuerte que caígan no moríran, sólo esperan a que algún milagro suceda, para que las libere de esta cárcel sin sentido.
Invadida de sentimientos contiguos, que ni siquiera puedo decifrarlos y sacarlos de mi ser, extraviada en alguna fecha de mi infancia que pateticamente, no recuerdo.
Sonriente, infeliz.
Perdida.
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Déjame tu alma