Que no todas las lágrimas que se me escapan caen al suelo por la mera gravedad, que hay veces que algunas sólo y simplemente deciden lanzarse al vacío, como un suicidio, uno necesario.
Puede que todo cambie, en un segundo u otro, puede que el pecho se me oprima de tristeza o por falta de espacio, por guardar a la felicidad.
Puede que los opuestos ya no nos sean tan antagónicos;
Puede que mañana te ame más.
Puede que decida un día escribirte una carta, y quemarla al viento, dejarla ir,
Puede que la tinta nunca me dé lo suficiente, como para plasmarte lo que debería decir.
Puede que el mismo aire se me acabe;
Puede ser que pueda ya no respirar.
Y puede sobre todo ser, que un día los diálogos de las páginas de un libro me sepan a la sal de tus ojos
Me arda en la piel el fuego de tus manos
Y aún así pueda soportarlo.
Que no todas las veces se me dan por llamarte, que hay momentos que ni siquiera sé si me llamaría a mí, que puede que las respuestas se acaben con las tildes puestas o con los puntos y a parte bien definidos.
Que puede que quiera poner yo los finales, o parar la marcha, arrancar pequeñas hojas de los árboles que me cuelgan en la cabeza, y volver.
Siempre es bueno saber decir: no sé.
Porque no lo sé.
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