"Debo de dejar de hablarle de ti."
A veces cuando te sientas en cualquier banca del primer parque que llegaste a encontrar y observas, y te das cuenta de todas las bellas parejas que existen, que se besan, algunas con elegancia otras con más fervor, se abrazan disfrutando del inmenso amor que se tienen. Y en las novelas te venden la mágica historia del matrimonio, en los cuentos de hadas como siempre el príncipe azul que rescata a su princesa, y yo aquí, ahora, tan ajena a ese mundo de fantasía. ¿Qué les pasa? ¿Es acaso que alguien les ha drogado?
Sí es verdad que de a momentos, cuando espero el camión en esa esquina tan solitaria y llena de tierra, miro a lo lejos y diviso la bandera que revuela a un lado de nuestra iglesia, que es sólo una estúpida iglesia, y por dos segundos aún creo en nosotros.
Dime una mentira, alguna que en el fondo sea verdad.
La gente que yo conozco ya no quiere casarse, el matrimonio significa más pérdida que ganancia, y en este lugar es más importante ganar que perder el juicio estando enamorado, el dinero es más importante que una maldita mujer, la vida, la vida es demasiado corta para andar compartiéndola con alguien.
Y otras personas que tal vez no conozco pero sé de su existencia, se adaptan a este modelo de vida, y sin pensarlo deciden que el divorcio es la mejor manera que pueden encontrar de la libertad. Porque ellos no conocen la libertad dentro del amor, tal vez por eso ahora se separan, porque nunca supieron como vivir esas dos palabras juntas.
Y soy, tan sólo una pobre niña intentando revolucionar sus ideas contra la iglesia, porque nos miente, pero que en las noches aún se sueña de blanco a un lado de un hombre que ya la ha olvidado, diciendo un tenue sí a la sombra de su pasado.
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