"Ni las novelas y el amor, ni la filosofía y las embelesadas palabras, ni yo y mi vestido de princesa, existimos en el mundo de los muertos. De los muertos mexicanos."
No sé si tenga el tiempo suficiente para no querer morir.
El mundo que se encuentra allá afuera, a unos cuantos metros lejos del piso, a miles de kilómetros cerca del cielo, ese maldito mundo que cada día se come la sangre del pueblo, que se alimenta por cada número más. Ese mundo me aterra, porque sé que me podría devorar, tan fácil, tan despacio y tan doloroso, no sé si pueda siquiera procesar la idea de ser comida.
¿Qué voy a hacer cuando el tiempo pase? ¿Qué voy a ser cuando en verdad tenga que ser grande?, tal vez me hunda en la tierra, o me deje quemar por el fuego, sería menos doloroso. ¿Cómo voy a afrontar la caída de éste imperio? De éste Atlantis que sólo vive bajo mi mar, no quiero salir a respirar.
Vivir con los pixeles de la t.v, esos puntitos de realidad distorsionada, me hacen pensar en cosas de la vida que realmente no importan pero a la vez sí. Esas malditas personas con sus juguetes despiadados, con su sonrisa que se disfraza tras la careta, hacen parecer que la filosofía es una estúpida porquería. ¿Y para qué estudio yo a la mente, si sé que no se las voy a cambiar? Mis palabras no son de acero, y ni siendo acero podría destruirles su muralla.
El miedo que me acoge ahora, es causado por la inseguridad de mis pensamientos, porque puedo vivir tal y cómo lo he hecho hasta ahora, la tormenta viene entonces, cuándo me descubran y con un ligero susurro me despierten, y me digan: "te lo advertí".
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